El
sueño
de Dracasso
Una mañana soleada, Dracassín estaba jugando en un Drago, una planta
muy típica de las Islas Canarias, pero que había nacido en el Colegio Pablo
Ruiz Picasso, en Málaga.
¡Dracassín! -dijo su padre- ¡ven a cenar!. Vale papi, ya voy -contestó
el pequeño dragón-, bajó con mucho
cuidado por las hojas gruesas y de color verde y se dirigió a la cocina.
Cuando terminó de cenar, el pequeño se acostó y su padre, el señor
Dracasso, se bajó a la biblioteca como todas las noches para ordenar los libros
que durante el día los alumnos del colegio habían leído. Cada noche cuando
terminaba su trabajo siempre se sentaba al lado de una lámpara pequeña y leía
un poco, pero aquella noche, debido al cansancio, se quedó dormido con el libro
en la mano. Mientras dormía Dracasso comenzó a soñar que habían entrado a robar
al huerto que había en el patio, eran unos hombres muy malos que querían
quedarse con las patatas, tomates, pimientos y lechugas que habían plantado los
niños con mucha ilusión.
En ese momento, Dracassín, que estaba dormido en su habitación se
despertó y comenzó a buscar a su padre, vio una escalera y el pequeño las bajó.
¡Ohhh! - dijo Dracassín- al ver la biblioteca, nunca había estado entre
tanto libro, corrió a los que tenía colores más fuertes y cogió uno sin darse
cuenta de que su padre dormía. Comenzó a leerlo y de pronto escuchó un ruido,
miró y allí estaba su padre dormido, pero se movía mucho, parecía que estaba
luchando y comenzó a llamarlo. ¡Papá, papaaaa! En ese momento el libro que
tenía Dracasso entre sus manos se cayó al suelo y se despertó sobresaltado.
¿Qué haces aquí? -preguntó el padre-. Papi -dijo Dracassín- me he
despertado y no estabas y me he asustado. Bueno tranquilo, ya estás conmigo -le
contestó Dracasso- y le contó a su hijo que había tenido una pesadilla, que
creía que estaban robando el huerto y que estaba intentando llamar a los
profesores y al director. El pequeño estaba emocionado al ver tantos libros
juntos y su padre al verlo tan feliz le enseñó los que explicaban como se
plantaban verduras y frutas.
El pequeño comenzó a leer cuándo era el mejor tiempo para plantar las
habas y los tulipanes y así comenzó su afición por las plantas y por la
lectura. Su padre, el señor Dracasso, estaba súper orgulloso y contento de que
las grandes aficiones que él tenía, las pudiera compartir con su hijo y le contó un secreto.
El Drago que había en el patio, lo había plantado él después de que un
profesor le diera una semilla. A él, le gustó mucho la planta y además le
parecía muy bonito y curioso que la planta se llamará Drago, el Dracasso y su
hijo Dracassín, parecía que todos eran de la misma familia y por eso siempre la
cuido, al igual que sus libros. Y gracias a su afición por la lectura y por el
campo su hijo creció en un entorno súper feliz.
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